Sor Josefina Calero
Vida Ejemplar Vicentina
“… sufro, pensando lo débil que soy y que por mí misma nada puedo, pero a la vez pienso que Dios y la Virgen Santísima, vendrán en mi ayuda, en esta confianza y con el deseo intenso que tengo de que pronto se realicen mis anhelos de entregarme completamente a Jesús para siempre…” (Carta a Sor Visitadora, pidiendo la gracias de los votos. Ibarra, 1° de octubre de 1948)
Sor Josefina, Hermana de Sor Anita y Sor Teresa, nace en Calpi – Chimborazo, en marzo de 1925, es hija de Pacífico Calero y Carmen Amelia Carrera. Ingresa a la comunidad en Julio de 1943, su postulantado lo realiza en el Hospicio de Quito, sus primero votos los pronuncia el 25 de diciembre de 1948.
Sor Josefina ha dedicado su vida a la educación, Referirnos a Sor Josefina Calero es recordar a la hermana humilde, sencilla, generosa sin medida, prudente, paciente, disponible. Es maravilloso leer aquello que las hermanas manifiestan de Sor Josefina y dicen que era fiel testimonio de amor, delicadeza unidad y prudencia. Daba gusto vivir con Sor Josefina, encontrarse con ella, y toda su riqueza personal de seguro era producto de la profunda vida interior que llevaba, era una mujer orante, piadosa, eucarística, reconciliadora, la oración era su fuerte y el amor a la Santísima Virgen lo tenía a flor de piel, y sin decir palabra contagiaba la vida espiritual. Por tanto la vida comunitaria para ella era un cielo, se preocupaba por todas las hermanas, siempre fue fermento de unión entre sus compañeras, quienes la querían mucho, se interesaba por la comunidad, su llegada a la comunidad produce alegría en las hermanas. Siempre ayudó a mantener la armonía y la comprensión entre las hermanas. Bondadosa con todas, prestaba su colaboración sin excepción. Sor Josefina, amó y sirvió a los pobres con gran delicadeza y espíritu sobrenatural, era abnegada en el servicio y alegre, se daba totalmente sin reservas. Imposible finalizar esta memoria de Sor Josefina sin prescindir que era una mujer correcta, transparente, cariñosa y sabía amar.
Querida Sor Josefina, desde el cielo, alcáncenos su gran amor a la comunidad, a las hermanas, a los pobres. ¿Hasta pronto Sor Josefina!