Después de su envió a la misión la Hermana está llamada a ser una vida discipular, apasionada por Jesús camino al Padre misericordioso, por lo mismo prosigue su formación inicial, profundiza los principios recibidos, mientras comparte activamente la misión en una comunidad local. Así puede unir íntimamente servicio, oración y vida fraterna. Todo ello junto con la reflexión acerca de los votos, la prepara a ratificar su compromiso con Cristo y su Reino desde la Compañía en la entrega de la vida en el servicio a los  más Pobres.

En esta etapa la hermana alcanza un desarrollo en todos los campos psico-social, apostólico – profesional y cristiano vicenciano. Prosiguiendo su formación, profundizan los principios recibidos para ser testiga del Dios de la vida en una realidad que relativiza su valor (obediencia); testiga de libertad frente al mercado y a las riquezas que valoran a las personas por el tener (pobreza); testiga de una entrega en el amor radical y libre a Dios y a la humanidad frente a la erotización y banalización de las relaciones (castidad); y, profeta en el servicio a los más pobres.