En 1864, el año de la Providencia para el Gobierno ecuatoriano y para la Compañía. Imaginamos que las Hermanas estaban listas para viajar a Ecuador, pero las situaciones económicas de nuestro país no lo permitieron, posiblemente para sabernos endeudadas con todos los que muy de corazón desearon  nuestra llegada, es decir para sabernos endeudas con los pobres.

Guayaquil es el primero en recibir la invitación del gobierno, seguidamente emite una comunicación al Gobernador de Pichincha y concretando ya la necesidad de que las Hermanas trabajen en el Hospital de la Caridad (Hospital de San Juan de Dios) “Con el filántropo deseo de mejorar el servicio del Hospital de caridad de esta ciudad, para que los enfermos que en él se asilan encuentren un seguro refugio y el alivio de sus dolencias; S. E. el Presidente de la República ha tenido a bien disponer que este establecimiento se entregue a las Hermanas de la Caridad. Mas, como la escasez de fondos del Hospital no permite costear su venida desde Europa, el Supremo Gobierno, confiando en el patriotismo y humanitarios sentimientos de Ud.,  ha tenido a bien comisionarlo para que recorra la ciudad y excite la piedad de sus habitantes, a fin de que se suscriban con alguna cuota para el objeto indicado” .

Se manifiesta diligencia en las actividades,  y su intermediario próximo es el Señor Dr. Antonio Flores, Ministro Residente de la República en las Cortes de Inglaterra y Francia. “Cinco mil trescientos once pesos, cuya cantidad me ordena US. emplear al mejor cambio posible en libranzas sobre Londres que he de  mandar al expresado  Señor Ministro, indicándole que esta suma debe invertirse «únicamente en el envío de las Hijas de la Caridad  destinadas a Quito porque para las que necesita el hospital de Guayaquil, el Señor Gobernador de esta provincia ha de mandarle fondos suficientes…”   1864 es el año de las aportaciones, en los meses siguientes se descubren listas pequeñas que suman para el viaje de las Hermanas.

No se puede dudar de la acción inmediata y eficaz del Gobernador de Pichincha Sr. Dn. Juan Maldonado, su sensibilidad le lleva a actuar inmediatamente.

Es así,  como al mes siguiente  ya envía la primera lista de las personas que se han suscrito voluntariamente para la venida de las Hijas de la Caridad, en su comunicación testifica lo siguiente:   “Señor.- Consecuente con la disposición del Supremo Gobierno comunicada a Ud.. en nota oficial de 21 del pasado, N°  69, sobre que abriera en la provincia de mi cargo una suscripción voluntaria con el objeto de que vinieran a esta capital, algunas Hermanas de la Caridad para el servicio del Hospital San Juan de Dios, no he omitido de mi parte medio alguno por  favorecer tan laudable empresa; y en su virtud he conseguido que los Señores que constan en  la adjunta lista, contribuyan con las cantidades que en ella figuran, las mismas que fueron remitidas por este despacho  el 3 del presente, a consignación del Sr. Ildefonso Coronel, para que comprara en Guayaquil un letra sobre Londres y la endosara a favor del Excmo. Sr. Dr. Antonio Flores Jijón, Ministro ecuatoriano residente en las Cortes de Inglaterra y Francia, a efecto de que contrate y remita a dichas Hermanas con el fondo que debía recibir.  Como el Sr. Coronel ha contestado manifestando el interés que le anima por la humanidad doliente, y expresado que cumplirá con exactitud el encargo, según aparece de la misiva original que también adjunto; Ud. se servirá ordenar que esos documentos se publiquen por la imprenta a fin de que las personas suscritas estén al corriente de que las sumas que han consignado espontáneamente, han tenido la inversión que debían y que no se ha distraído un centavo en otro gasto que no fuera aquel a que estaban destinadas.

Pasan 5 años sin mencionar nada al respecto, y en 1869, la Convención Nacional del Ecuador, decreta  artículo único: “CONSIDERANDO: Que las casas de beneficencia deben estar bajo la dirección de las personas inspiradas por la caridad, DECRETA: Art. Único. El Poder Ejecutivo pondrá los hospitales de la república que cuenten con fondos suficientes, a cargo de las Hermanas de la Caridad, celebrando con tratas correspondientes, y dictando todas las providencias del caso para conseguir este importante objeto. Dado en Quito, capital de la república a 28 de Agosto de 1869″. Presidente de la convención R.Carvajal.-Secretario, Victor Laso. Palacio de Gobierno en Quito a 30 de Agosto 1869.-Ejecútese.- G.G.Moreno.

Posiblemente García Moreno esperaba con ansias el Decreto de la Convención Nacional. Con ello todo estaba en sus manos, y se harían realidad los sueños de que las Hijas de la Caridad con sus postulados de honrar a NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO,  como manantial y modelo de toda caridad, sirviéndole corporal y espiritualmente en  la persona de los pobres y de apostolado misional, llegáran al país que él dirigía.

Empiezan nuevamente los trámites necesarios con los Superiores en París, y sin esperar mucho, al siguiente mes,  el 11 de octubre de 1869 se firma el convenio ad refferendum, que debía ser sometido a la aprobación del Supremo Gobierno del Ecuador. Convenio firmado    por:  Mons. José Ignacio Checa y Barba, Arzobispo de Quito, representante del Gobierno ecuatoriano,  el Padre Juan Bautista Etienne,  Superior General de esa época, y Madre Felícitas Lequett, Superiora General. El 16 de Octubre se transcribe en el libro de Registros del Consulado General del Ecuador, y el 4 de Diciembre es aprobado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, las gestiones legales se las realizan tan solo en tres meses,  se considera el empleo de dos meses para que sea aprobado por el Ministerio de Relaciones Exteriores,  tan solo porque se esperaba que el documento realizara la travesía obligada de ese tiempo. El primer contrato consta de 11 artículos.

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