Sor MARÍA ELENA CARRERA BERMEO
Vida Ejemplar Vicentina
Sor María Elena, nace el 5 de Abril de 1933 en Yaruquí, Hija de Tobías Carrera Román y María Bermeo. Ingresa a la comunidad el 26 de mayo de 1955, su postulantado lo realiza en dos lugares en el Hospicio y en la Quinta San Vicente de Paúl, realizó sus Primeros Votos el 31 de Mayo de 1960.
Imagino que la mayoría de hermanas recordamos claramente la imagen viva de Sor María Elena, Una persona alta, serena, sencilla, cercana, simple y cercana.
Al respecto del cuerpo de Sor María Elena, se dice que cuando iban a sacar sus restos – El panteonero le manifestó a la Hermana, que no la toquen porque su cuerpo aún está intacto.
Y así lo hicieron, no tocaron el cuerpo y lo dejaron en la misma tumba tal cual estaba. Me atrevo a referir este detalle, porque el nombre de Sor María Elena en la lista de Vidas Ejemplares de nuestra Provincia, es justo. Quienes la conocieron más de cerca y tuvieron la gracia de vivir junto a ella dan testimonio de cómo amaba a las hermanas y a la comunidad, siempre solícita para escuchar, mujer de paz. Trataba a las hermanas con respeto y cariño. Era detallista, comprendía y aceptaba a las Hermanas como son, generosa en el perdón, comunicativa, cordial, siempre fomentó la vida fraterna, le gustaba poner buen ambiente. Era una mujer humilde, sencilla, respetuosa, compasiva, humana, prudente, cordial, trabajadora, tolerante, delicada, amable, atenta, paciente, comprensiva, disponible. Poseía juicio recto, carácter franco, fuerte, firme, cortés, delicada, practicaba bien la obediencia. Siempre fue un elemento positivo en la vida comunitaria, abierta, comunicativa, alegre, paciente, creativa.
Y todo esto es producto de su entrega a Dios y total confianza en Él. Era una mujer orante, frecuentaba los sacramentos, era fácil mirar cómo se concentraba en la oración, se podría decir, que la oración para Sor María Elena era el motor que sostenía su vida.
Siempre amó a los pobres. Los atendía y evangelizaba sin importar la hora. Siempre fue muy responsable en el servicio encomendado y servía con gusto. Atenta con todos, bondadosa, delicada en el trato con todos, Amaba a los pobres, les servía con interés y abnegación. Sor María Elena, tenía el arte de tratar con igualdad y delicadamente a todos quienes se acercaban a Ella.
“… espero que nuestro Señor me concederá el adquirir la virtud que me es tan necesaria. Prometo estudiarle y practicarlo (Catecismo de votos) para así adquirir el espíritu de verdadera Hija de la Caridad, obedeciendo y amando el servicio de los pobres…” (Carta del 21 de febrero de 1959, a Sor Visitadora, pidiendo la gracia del Catecismo)