Beato Agustín Nogal Tobar - Hermano Coadjutor de la Congregación de la Misión 6 de Noviembre
Beato Vicentino
Nacimiento: Tardajos (Bu) 05/05/1885
Padres: Jerónimo e Inés
Bautismo: Tardajos, Parr. Asunción 06/05/1885
Votos: La Habana (Cuba) 19/07/1905
Martirio: Vallecas (M) 24/10/1936
MINISTERIOS Y APOSTOLADO:
Pasó el Hno. Agustín los primeros 26 años de ministerios apostólicos en el extranjero.
En 1905, cuando solo tenía 20 años, lo destinaron a La Habana (Cuba) de sacristán de la iglesia de la Merced durante 7 años. A Cuba habían llegado los primeros Paúles al tener que salir de Méjico por la revolución del año 1862, siguiendo el consejo de Jesucristo a los Apóstoles: Cuando os persigan en una ciudad huid a otra (Mt 10,23). En 1912 fue a Ponce por 4 años y después a San Juan, dentro de la viceprovincia de Puerto Rico. En todos los sitios destacó por su sincera solicitud fraternal, su sencillez de alma de niño grande, su profundo amor a las glorias de la Congregación y su fervor por las cosas santas.
Amante de la liturgia, el H. Agustín Nogal, hizo una labor callada pero imprescindible en templos de gran valor artístico y muy concurrido. Su tarea de auxiliar en las celebraciones se completaba con la artesanía. Como carpintero, electricista y hombre habilidoso para todo y siempre servicial, se ocupó de la conservación y engrandecimiento de los templos y de las casas que le confiaron.
Había dado pruebas de ser buen gestor, de hombre probo y desprendido de los bienes de la tierra. En 1931, con 46 años, lo destinaron a la casa de Capellanes de Madrid para ayudar al Hno. Saturnino Tobar, y aprender de él la manera de administrar las fundaciones y patronatos confiados a las Hijas de la Caridad. A ambos les alcanzó el martirio el 23 de octubre de 1936, junto a los otros seis compañeros de la misma Congregación.
MARTIRIO:
En 1936 conservaba su pasaporte extranjero y podía haber intentado huir, pero aprovechó su documentación para ayudar a las numerosas Hijas de la Caridad que vivían dispersas y refugiadas en casas de amigos por todo Madrid y otras gestiones confiadas por los superiores.
En estas salidas estaba muy vigilado por los marxistas. Se refugió con un matrimonio de Tardajos, José Arnáiz Santos y Concepción, su esposa, en el barrio de Argüelles, pero tuvo que salir por no comprometer a sus bienhechores.
Entonces le acogió en su casa Gregorio Pampliega Saldaña, portero en la calle Conde de Peñalver. Estaba muy buscado y al fin lo prendieron y llevaron a la casa de la calle San Felipe Neri, 4, donde siguió el proceso martirial de los otros siete religiosos fusilados en Vallecas el 23 de octubre de 1936.