Vida Ejemplar

HIJAS DE LA CARIDAD QUE MURIERON SIRVIENDO A LOS POBRES ENFERMOS EN EL HOSPIAL DE RIOBAMBA 1939

Vida Ejemplar Vicentina

Mucho se ha dicho sobre la muerte de nuestras hermanas. Lo cierto es que como buenas Hijas de la Caridad, fueron fieles a su vocación y al Voto primordial de SERVIR A CRISTO EN LOS POBRES. Nada les detuvo, la experiencia directa de la muerte en sus hermanas, no las hizo huir, al contrario, estaban prestas para atenderlas en el lecho del dolor, superando los miedos y asumiendo los riesgos.

 

A los pobres no se les puede abandonar, y las primeras que atendían a los enfermos eran nuestras hermanas. Es así como desde Alausí, viene al Hospital de Riobamba un empleado del ferrocarril, ya contagiado, y la primera que le presta los primeros auxilios es Sor Vicenta Rocha, la Superiora, quien a los 3 días cae enferma.

Cuarto

En Crónicas de la Facultad, Andrade Marín, Quito, Ecuador. Vol. 27, Nº1, Abril 2002, El Dr. Alcy Torres Catefort, Profesor de Neuropediatría, de la Facultad de Ciencias Médicas, de la Universidad Central del Ecuador,  escribe un artículo que intitula: “Peste Negra: Camino al Chimborazo”  después de leerlo y analizarlo detenidamente, creo que es un artículo que nos puede ayudar a comprender lo que sucedió y lo que nuestras hermanas vivieron.

No me atrevo a realizar comentario alguno entre líneas, porque es mejor que el artículo se mantenga virgen y pueda ser corroborado por quienes se atreven a leerlo, por medio de la dirección electrónica que se adjunta al final del artículo.

 

EL HOSPITAL CIVIL ESCENARIO DE LA EPOPEYA PESTOSA

 

Los médicos cumplían su deber cotidiano, el personal del hospital trabajaba consciente de su alta responsabilidad, los enfermos confiaban sus vidas a la ciencia y mientras así sucedía un día en enero de 1939 llegaba un empleado de ferrocarril del sur a asilarse en el pabellón para ellos designado.

 

SOR VICENTA ROCHA, hermana de la caridad, enfermera de ese servicio sufre un violento síndrome bronco-pulmonar, similar al que presentaba el ferroviario que fue motivo de sus cuidados.

 

Al ponerse muy grave la hermana, es atendida por un prestigioso médico el DOCTOR ALFONSO VILLAGÓMEZ, quien diagnóstica Bronconeumonía y hace el tratamiento correspondiente, sin embargo, el 31 del mismo mes fallece, (en el certificado de defunción consta el diagnóstico de Bronconeumonía).

 

La superiora del Hospital de niños, establecimiento que fue construido por el Doctor Villagómez, visitaba continuamente a la hermana antes mencionada y también enferma, presentado síntomas parecidos como hipertermia, sinea y hempoptisis etc. Que hacen pensar al mismo facultativo en un nuevo cuadro de bronconeumonía, el fin de SOR CECILIA BILLOQUE, fue la muerte en el trágico 6 de febrero.

 

Los funerales realizados a estas hermanas de la caridad gozaron, de la concurrencia de muchísima gente que demostraban sus sentimientos humanitarios, para con la comunidad tan apreciada por los riobambeños.

Dos días antes que falleciera la Superiora del Hospital de Niños, enferman casi simultáneamente cuatro hermanas más debiendo anotarse que no todas pertenecían al Hospital Civil, algunas de ellas eran profesoras de una escuela que regentaban en edificio continuo, se contagiaron con seguridad cuando iban a atender a las hermanas enfermas (contagio Interhumano).

Las cuatro religiosas que presentaban sintomatología a igual tiempo eran: SOR ROSA VALAREZO (PROFESORA), SOR LUISA RÍOS (ENFERMERA) SOR CARLOTA HINOJOSA (PROFESORA), SOR MARGARITA CISNEROS (ENFERMERA), fallecen las tres primeras el mismo 6 de febrero y la última el 7 de ese mes; los diagnósticos emitidos por el facultativo médico de la comunidad son: Congestión Pulmonar, Gripe Bronquial, Tifoidea, y otro caso 10 mantuvo en observación.

 

A una enferma calificada de Tífica lo envían al Hospital de Aislamiento, en donde es examinada por el Doctor Juan Vacacela Gallegos, quien observa la expectoración muco-sanguinolenta y según el escribe en un trabajo para la revista “Asociación Médica de Quito”, pensando en los casos fallecidos, sospecha que se encuentran frente a un brote pestoso de forma neumónica.

 

 Realiza el estudio de Microscopía y comprueba la existencia de la Pasteurela Pestis.

 

Cuando esto sucedía el pavor y la angustia cundieron por doquier, el cordón sanitario rodeaba los muros del viejo Hospital Civil, su personal médico y subalterno recibieron la orden de no abandonar sus puestos.

 

Sin embargo, las sobrevivientes religiosas fueron llevadas a una finca cercana, tratando de protegerse del contagio pestoso, que no había respetado el afán casto de no contaminarse con los males del mundo.

 

Es aquí que el Doctor Villagómez hace derroche de hidalguía y valor, demuestra su espíritu valiente, ennoblece su sentir médico, también él dentro de los muros de la casa de salud, lucha contra la peste y la muerte.

 

Al fin era parte de ese hospital, le consagró lo más florido de sus capacidades, consiguió para él un equipo quirúrgico de la casa Sheaerer de Berna, antes que tengan los hospitales de la capital. Y así comenzó a realizar intervenciones quirúrgicas que tantas vidas salvaron.

 

Si así quería a ese templo de bien social, tenía que permanecer en el, en acto heroico.

 

La comunidad de las hermanas de la caridad, en fiel cumplimiento del deber, tienen que designar nuevas religiosas para ocupar el puesto que dejaron las fallecidas.

 

Van desde Quito, SOR MAGDALENA FELLICE Y SOR JOSEFINA LEROY, quienes fueron vacunadas, previamente al penetrar al centro contaminado, SOR VICTORIA CELI, va desde Guayaquil y la tres sobreviven la catástrofe. El Doctor Murdaek, técnico norteamericano, después de estudiar en viaje a Riobamba, acepta la opinión del Doctor Juan Vacacela.

 

Las medidas para evitar su propagación fueron ineficaces y tras corto período de enfermedad entregan su vida SOR MAGDALENA MALDONADO (ENFERMERA), el 11 de febrero, SOR INÉS VALAREZO (ENFERMERA) el 12 de febrero, SOR LEONOR MEJÍA (PROFESORA), SOR MARÍA ABAD (ENFERMERA) el 13 de febrero, SOR VICTORIA HERRERA (PROFESORA) el 14 de febrero, la SRA. FELISA JÁCOME (ENFERMERA)…. ¿SRTA. MARIANA DE JESÚS VAQUERO, (EMPLEADA DE LA COMUNIDAD) el 15 de febrero. Admitida la existencia de la peste EL DOCTOR VILLAGÓMEZ decide ser vacunado y lo realiza el Doctor Alvear, los empleados del Hospital veían su muerte tan cerca, que la desesperación hacía presa de sus mentes, sus familiares trataban de lograr la salida del local, la angustia aumentaba cada vez más, porque el pueblo había decidido librarse del foco pestoso por sus propias manos, prendiendo fuego al Hospital Civil.

 

Carlos Duque, enfermero, que permaneció en encierro sobrevivió junto a otros, la empleada de la botica Sra. Mariana de Orta, en la confusión reinante abandonó inconsciente de los que hacía el puesto a ella encomendado.

 

En el interior del hospital el Doctor Villagómez se sintió enfermo, el bacilo de Yersi ejercía su maléfica acción contra el facultativo.

 

Médico de valor, pasó al pabellón de Aislamiento que el mismo había construido, y ante los estragos de su mano no se doblegó, su personalidad broncínea renacía en una sonrisa de muerte, y hecho excepcional, su esposa rehúsa abandonarle.

 

 Permanece junto al enfermo, la peste no le importaba, la muerte no le atemorizó; Carlota Cedeño, nunca fue más mujer que en aquel momento.

 

Si ante el resplandor, de un altar católico, juró ser esposa y madre, ante el pabellón del aislamiento desafió con su vida a la Pasteurella Pestis, que tramaba su separación definitiva del gran hombre.

 

Digna mujer de un médico ilustre, supo revestirse con la significación de Esculapio, demostrando a Riobamba y al mundo que vivía con felicidad dolorosa, junto al lecho del enfermo, en batalla desigual con el bacilo pestoso.

 

La virtud y el sacrificio en connubio magnífico, realzaron la espiritualidad de un amor sublime, ejemplo inigualable, a la mujer del facultativo médico de todas las generaciones.

 

El 14 de febrero los toques del campanario de San Vicente anunciaban el fallecimiento de Alfonso Villagómez, sólo ahí, las puertas de pabellón de Aislamiento, crujieron al abrirse dejando divisar la salida del cadáver y a la esposa ínclita. Mientras estos acontecimientos se sucedían, las gentes de la ciudad, con sus personalidades temblorosas y confusas, creaban modificaban una serie de hechos ficticios.

 

SE DECÍA QUE LAS HERMANAS DE LA CARIDAD HABÍAN SIDO ASESINADAS, SE LLEGARON A COMENTAR HECHOS CONTRA LA INTEGRIDAD MORAL DE LAS RELIGIOSAS, SE CREYÓ QUE EL DOCTOR VILLAGÓMEZ HABÍA SIDO VÍCTIMA DE MAL INTENCIONADOS MÉTODOS.

 

Al respecto escribe el Doctor Juan Vacacela, en el trabajo publicado en la revista de la Asociación Médica de Quito, lo siguiente: “Surgieron los más antojadizos comentarios, se hicieron las más calumniosas imputaciones y se esgrimieron las armas más innobles como maledicencia y procacidad” por fortuna pasada la tormenta, la ciudadanía sensata, supo apreciar en su justo valor la actuación de personas y agrupaciones que intervinieron en tal calamidad.

 

Se entablaron polémicas por la prensa, el Doctor Vacacela refutó inexorable al reporte de un diario. Mientras en tensión el país todo, miraba extasiado tanto flagelo en el Chimborazo, las familias que ahí habitaban se debatían en el más horroroso de los tormentos, trataban de evadir el control sanitario agotando todos los medios para abandonar su patria chica, y por todas direcciones se esfumaban docenas de gentes, que anhelaban proteger su existencia y la de sus hijos.

 

El desconcierto tuvo un momento de letargo. Los funerales del Doctor Alfonso Villagómez se realizaron con pampa jamás igualada. Riobamba en tributo de gratitud honró la memoria de Villagómez.

 

Mientras el sepelio se dirigía al Cementerio triste, que rodeaba de sus muros inmensos parecía sombrío. El Doctor Vacacela fue víctima de un atentado a su integridad personal, que en escrito suyo dice. “Una turba inconsciente, instigada por elementos perversos intentó lincharme, acusándome que la Masonería avíame confiado la espantosa consigna de envenenar a las Hermanas de la Caridad”.

 

Un mausoleo de gloria recordatoria, existe en el Camposanto. Donde vive aún la espiritualidad de Villagómez y de las Hermanas de la Caridad.

 

El Hospital de Niños llevó su nombre, justo precio a sus esfuerzos por plasmarlo en realidad. El Doctor Augusto Torres Solís en alocución magnífica contribuyó a la inauguración de la efigie que en el centro del Hospital Pediátrico, emana hasta hoy gratos recuerdos.

 

La sesión solemne que la Asociación Médica de Quito la realizó en el Salón Máximo de la Universidad Central, rindió homenaje póstumo a Alfonso Villagómez, que fue un hombre que no habiendo nacido del pueblo, lo comprendió, educado en el Colegio Nacional Maldonado, formó su personalidad, férrea y sin prejuicios, sufrió siempre por el dolor del pobre, por el pesar que siente el infante en las salas hospitalarias.

 

Su sangre moza y justiciera se subleva ante la mirada del pequeño que no sabe la razón de sus pies descalzos, ni la causa de su tugurio, ni la de sus harapos; mientras al otro lado de la calle hay una casa lujosa, lechos cómodos, muchos juguetes y abundante pan.

 

En la sesión mencionada el Doctor Alfredo Baquerizo Moreno dice: “Hombre independiente y valioso, cepa de luchadores, habría de formar su hogar, su porvenir, aislado y solo, libre de resentimientos, de bajas pasiones, de egoísmos; libre de utilitarismo, de imposiciones, intrigas y muy por encima del medio suyo hostil.

 

Manifiesta además: “Villagómez alumbró como una ráfaga y nos legó su obra y su ejemplo”. El Doctor Alfonso Zambrano O. Posteriormente Sub Decano de la Facultad de Ciencias Medicina de la Universidad Central enaltece la figura del médico, pronunciando un discurso admirable en el que constan las siguientes frases”. En el antiguo Hospital San Juan de Dios entre la gente humilde y los artesanos tristes que deben de la inocencia de su miseria en la copa de opio del gamonal o el patrón, sellamos nuestra amistad, la que iría creciendo al calor de idénticos sentimientos e ideales que nos permitirían estar próximos en nuestra ruta.

file:///C:/Users/Pagina%20Web/Downloads/970-Texto%20del%20art%C3%ADculo-3674-1-10-20181009%20(2).pdf

 

Otro de los artículos que se refiere a esta situación es aquel que titula “LA PESTE EN LA PROVINCIA DEL CHIMBORAZO”, escrita por el Dr. Pablo Arturo Suárez, Profesor de Higiene de la Universidad Central del Ecuador y Director del Centro de Investigaciones, quien luego de desarrollar la investigación con un equipo de profesionales, también manifiesta lo siguiente: “ Fue realmente impresionante el hecho de que 11 religiosas y un médico que se aproximaron a los primeros enfermos, cuando aún se ignoraba la naturaleza de la enfermedad, por tanto sin las requeridas precauciones, enfermaran y murieran en el término de cuatro días; pero llama la atención el que entre los familiares o allegados a los primeros fallecidos de la peste, que hasta velaron un cadáver en una habitación y que se mantuvieron en íntimo contacto con las ropas del fallecido, no se hubiera presentado caso alguno de peste; llama la atención el que médicos que asistieron al segundo enfermo llamado Ríos que se atendió y falleció en una sala común, médicos que examinaron los pulmones del referido paciente repetidas veces y sin sospechar aún que se trataba de peste neumónica, tampoco contrajeran el mal, y no enfermaran también dos enfermeros que mantuvieran  más íntimo contacto con el mismo enfermo, porque se turnaban para sostener la espalda levantada al asfíctico paciente, sobre su pecho. Es verdad que estos médicos y enfermeros recibieron dosis de suero 60cc uno, posteriormente, cuando se llegó a conocer que los casos que siguieron apareciendo eran de peste; pero las cinco religiosas y dos empleadas que fallecieron de peste anteriormente ya recibieron dosis de suero que no produjeron el efecto preventivo esperado…

Luego de varias explicaciones, y los detalles de los análisis realizados por esta situación, el Dr. Suárez y su equipo, concluyen:

  1. Además de los factores hasta hoy conocidos, de roedores infectados y pulgas intermediarias, que permiten la transmisión de la peste al hombre, existe como determinante, en varios pueblos de la sierra ecuatoriana, el FACTOR HUMANO PORTADOR SANO DE BACILOS PESTIS…

http://iris.paho.org/xmlui/bitstream/handle/123456789/14198/v18n11p1072.pdf?sequence=1.

 

A continuación compartimos los algunos datos que se encontraron de las hermanas.

SOR VICENTA ROCHA

MERCEDES ROSA ALEJANDRINA ROCHA  ESPÍN

Sor Vicenta, nace en Atuntaqui, el 16 de abril de 1977, sus padres fueron Vidal Rocha y Peregrina Espín, ingresó a la comunidad el 18 de marzo de 1903, y falleció el 31 de Enero de 1939.

SOR ROSA Valarezo

María rosa ubaldina Valarezo Pereira

Sor Rosa, nace el 18 de Julio de 1882, en la parroquia San Juan Bautista de Chuquiribamba – Loja.  Es hija de Manuel Valarezo y Ubaldina Pereira. Fallece el 6 de Febrero de 1939.  El Dr. Alcy Torres, en Crónicas de la Facultad Vol. 27, Nº1,  manifiesta que Sor Valarezo era maestra, y se contagió porque iba a atender a las hermanas que estaban enfermas.

SOR MARGARITA CISNEROS

María inocencia selmira Cisneros ALMEIDA

 

Sor Margarita, nace en Tabacundo el 25 de Diciembre de 1887, hija de Lucio Cisneros y María Juana Almeida,  ingresa a la comunidad el 10 de marzo de 1909 y fallece el 7 de Febrero de 1939.

SOR LEONOR MEJÍA

María Dolores Mejía Villavicencio

 

Sor Leonor, nace en Pujilí, el 22 de noviembre de 1902, hija de David Mejía y Baltazara Villavicencio. Ingresa a la comunidad el 24 de Mayo de 1927. Fallece el 13 de febrero de 1939.

SOR VICENTA ABAD

María Victoria Abad Baldivieso

 

Sor Vicenta, originaria de Paute-Azuay, nace el 23 de noviembre de 1898. Hija de Andrés Abad y Ortensia Baldivieso. Ingresa a la comunidad el 31 de Agosto de 1930. Y muere el 13 de febrero de 1939.

SOR VICTORIA HERRERA

María Mercedes Isabel herrera Albán

 

Sor Victoria, nace en Urcuquí, el 24 de noviembre de 1904, es hija de Elías Herrera y Rosa Albán. Ingresa a la Comunidad el 5 de Agosto de 1923. Falle el 14 de febrero de 1939.

Lamentablemente aún no hemos encontrado datos de las otras hermanas. Pero igualmente, mencionamos sus nombres. (Aprovecho la oportunidad para pedir, si ustedes tienen información al respecto,  nos compartan. Les agradecemos).

SOR CECILIA BILLOQUE

 

SOR CARLOTA HINOJOSA

 

SOR INES BALAREZO

 

SOR MAGDALENA MALDONADO

 

SOR LUISA RÍOS

 

 

Con este grupo de Hermanas, también encontramos 2 laicas,  La Sta. Mariana Vaquero que era la colaboradora directa de las Hermanas en la comunidad, y la Sra. Felisa Jácome, enfermera.

SRA. FELISA JÁCOME

 

SRTA. MARIANA DE JESÚS BAQUERO

 

Queremos honrar la memoria al  Dr. Alfonso Villagómez Román, médico de las hermanas, y como tal fue en ayuda de Sor Vicenta Rocha y  de las hermanas que caían enfermas, se quedó atendiendo  hasta el final, intentando salvar la vida, no solo de las hermanas, sino de todos quienes en ese momento se contagiaron de la tal fiebre bubónica en Riobamba.

“Este médico riobambeño nació el 13 de diciembre de 1902. Su mayor obra es el  Hospital  de  Niños”, el primero de la República del Ecuador.

En 1938 inauguró también una clínica quirúrgica donde se efectuaron notables operaciones. Su vida como médico estuvo dedicada a hacer el bien y a aliviar los dolores humanos. Este eminente médico prestaba gratuitamente sus servicios  profesionales a la clase trabajadora”.

https://digvas.wordpress.com/personajes/alfonso-villagomez-roman/.

 

 

En este momento crucial, no solo para el Ecuador, sino para el mundo, vale avivar nuestra fe en la Iglesia triunfante, esta iglesia cercana que tiene nuestras raíces de Espíritu y de la  tierra. Imploremos a nuestras 11 hermanas, al médico y a las 2 laicas, que intercedan por el mundo, que alcancen del Señor la gracia de frenar esta epidemia. Ellos vivieron la realidad que hoy estamos viviendo nosotras. Por ello pidámosles:

  • Velen por el personal de salud. (Médicos, por las Hijas de la Caridad que trabajan en el área de salud, enfermeras, auxiliares, personal de limpieza, asistentes)
  • Protejan a los policías, militares, guardias, y todas las personas encargadas de la seguridad y el orden.
  • Intercedan por todos aquellos que están contagiados con el virus, por su familia, para que mantengan la esperanza de que Dios todo lo puede.
  • Desde el cielo protejan a los pobres que hoy más que nunca están viviendo situaciones extremas e inhumanas.
  • Alcancen de Dios la conversión universal, que todos devolvamos a Dios su sitio, que ha sido avasallado con otros dioses hechos a nuestra imagen.

 

 

Que estas Hermanas nuestras y hermano que vivieron la experiencia de la pandemia de la bubónica, nos alcancen misericordia.

Para todos. PAZ EN SU TUMBA. GRACIAS POR ENSEÑARNOS A ENTREGAR LA VIDA POR AMOR.