Sant@s y Beat@s Vicentinos

ARCHIDIÓCESIS DE MADRID - CASA DE VALLECAS

Beatas Vicentinas y Beatos Vicentinos

Las veintisiete Hijas de la Caridad mártires y la Hija de María que las acompañó al martirio son reflejo nítido de la Luz de Cristo resucitado, a quien siguieron con los demás testigos de la Fe, hasta 522, entre ellos el P. Fortunato Velasco Tobar y trece compañeros, que serán beatificados en Tarragona el 13 de octubre de 2013.

Los mártires son luminarias de fe porque dieron la vida por identificarse con la Luz verdadera que nos ha dicho de sí mismo: Yo soy la Luz del mundo, quien me sigue no anda en tinieblas sino que tendrá la Luz de la vida. (Jn. 8, 12).

Siguiendo al autor sagrado del Apocalipsis (Ap 7, 13-14) que habla del martirio de los primeros cristianos, daremos respuesta a cuatro cuestiones importantes: ¿Quiénes son? ¿De dónde han venido? ¿Cómo y por qué murieron? ¿Qué retos nos plantean?

  1. ¿DE DÓNDE HAN VENIDO ESTAS TESTIGOS DE LA FE? 
  1. Vienen de lugares geográficos concretos: Tres proceden de Galicia, tres son vascas, otras tres son navarras, dos son aragonesas, siete proceden de Castilla-León; tres son nacidas en Madrid, una es originaria de la Mancha, otra procede de Plasencia (Cáceres), dos proceden de Valencia, otras dos de Andalucía y una de Canarias.
  2. Vienen de un momento histórico conflictivo en España: situación de crisis general, paro, pobreza, condiciones de trabajo deshumanizadas en el mundo industrial y rural, analfabetismo e ignorancia cultural y religiosa, manifestaciones callejeras, huelgas,…
  3. Vienen de una Iglesia acusada de estar ajena al pueblo: Se culpabiliza a la Iglesia de los males sociales originados por el Crack mundial de 1929 y los problemas derivados de ella, se la persigue con saña y se someten a depuración religiosa las instituciones dedicadas  a Educación, Beneficencia, Sanidad  y servicios sociales. Desde el comunismo ateo se pretende desterrar el nombre de Dios de la sociedad.
  4. Vienen del servicio a los pobres realizado como misión: Cinco eran Hermanas Sirvientes: Sor Asunción Mayoral en el Asilo de ciegos de Madrid; Sor Mª Dolores Úrsula Caro en la Casa Misericordia de Albacete; Sor Martina Vázquez Gordo en el Hospital y Escuelas de Segorbe (Castellón); Sor Josefa Laborra y Sor Carmen Rodríguez Barazal en el colegio-Asilo de Bétera (Valencia). Todas alentaron en la fe a la comunidad en los momentos de persecución y se preocuparon de buscar un sacerdote para celebrar clandestinamente la Eucaristía. Dieciséis fueron educadoras, siete enfermeras y cinco se dedicaron a la acción social.
  1. ¿CÓMO Y POR QUÉ MURIERON ESTAS TESTIGOS DE LA FE?

 Murieron confesando su identidad y dando testimonio de su Fe:

Vivieron y murieron confesando a Jesucristo con valor, perdonando a los perseguidores y poniendo su vida en manos de Dios Padre. Dieron testimonio de Cristo, de su vida, de sus acciones y del valor del seguimiento de sus enseñanzas. Prefirieron morir antes que renunciar a su fe y su vocación consagrada a la Caridad. Sor Martina Vázquez Gordo al ser apresada intercedió por sus Hermanas con las mismas palabras de Jesús en el Huerto de Getsemaní: “Si me buscáis a mí, dejad en libertad a éstas, pueden ayudaros en los hospitales”… Y su palabra fue escuchada.

Murieron por ser seguidoras de Jesucristo. El único delito sobre el que son interrogadas y ellas confiesan sencillamente es  “ser Hijas de la Caridad”… Mueren por ser Hijas de la Caridad, solo por eso. Los perseguidores querían borrar el nombre de Dios de la Beneficencia, la Educación y la Sanidad. Ellas con su martirio lo hicieron imborrable para siempre.

  1. ¿QUÉ RETOS NOS PLANTEAN ESTAS MÁRTIRES?

Enumeramos algunos.

Los mártires de la fe del siglo XX en España, y en particular nuestras Hermanas, vivieron su fe en medio de un fuerte laicismo, propagación del comunismo ateo y hostilidad ambiental. Al verse expulsadas de su comunidades y lugares de servicio y misión, amenazadas y perseguidas, buscaron salvar su vida y pusieron los medios a su alcance. Pero la astucia del mal fue más sagaz que su buena voluntad. Y los perseguidores dieron con ellas. Actualmente hay circunstancias bastante similares a las que ellas vivieron. Su vida nos reta e invita a construir la historia del futuro:

Ante las propuestas de superficialidad y comodidad de la cultura ambiental, ellas nos invitan a cultivar la Fe, a ser testigos firmes, a confesarla con valentía y a vivir el Evangelio en radicalidad, uniendo de forma inseparable fe y caridad.

Frente al egoísmo y mercantilismo de la sociedad, nos retan a vivir la vocación en gratuidad evangélica, a entregar lo que somos y tenemos con amor y libertad, para manifestar que el amor de Jesucristo a los necesitados que nos rodean.

Ante el eclipse de Dios y la carencia de sentido de la vida para muchas personas, podemos impulsar el compromiso evangelizador en nuestro entorno  cuidando que los alejados, empobrecidos y todas las personas que sufren sean el centro de nuestra actividad pastoral.

Frente a la carencia de humanidad que está generando la globalización, el individualismo y la crisis económica y axiológica, podemos estar más atentas a los necesitados, sembrar comprensión y ofrecer ayuda a las víctimas como testigos de caridad.

Frente a la crispación y violencia del ambiente podemos ser como ellas testigos de misericordia, bondad, perdón y reconciliación, haciendo realidad las Bienaventuranzas como camino de seguimiento a Jesucristo.

Ante la angustia y el miedo a una muerte violenta cercana, ellas confiaron en Dios, rezaron, acrecentaron su unión fraterna y celebraron la Eucaristía para tomar fuerzas, perdonar y afrontar con fe y serenidad la muerte. Es un programa de vida cristiana que está en nuestras manos siempre, y sobre todo, ante cualquier situación difícil.

Las Hermanas mártires no improvisaron la fortaleza y serenidad de la hora final. Fue un don del Espíritu Santo que pidieron y acogieron; estaban habituadas a ello porque como Hijas de la Caridad habían sido peregrinas de la fe, profetas de esperanza y testigos de caridad. Así vivieron y así murieron dejando huellas para la historia de la Iglesia y la construcción de un mundo más humano y fraterno. Este es su mejor legado y su mejor lección.

Sor Mª Ángeles Infante, H. C. http://filles-de-la-charite.org/es/focus-on-2/focus-on-archives18-06/2013-10-1/