Sant@s y Beat@s Vicentinos

Santa Luisa de Marillac – 9 de Mayo

Beata Vicentina

La historia nos permite lanzar interrogantes sobre nuestra existencia y se dice: si Luisa de Marillac no hubiere estado  al lado de Vicente de Paúl igualmente ¿habrían existido Hijas de la Caridad?, ¿seríamos lo que somos? Para las Hijas de la Caridad,  Luisa es el motor, el corazón, el cerebro por el que se desarrolló el Plan Divino a favor nuestro y de los Pobres.

Pocos biógrafos;  rara vez se le concede el primer puesto en la fundación de la Compañía, de allí que el nombre oficial resalta el nombre de Vicente y desaparece completamente el de Luisa de Marillac. Es hora de dedicar a Luisa, el espacio que se merece en nuestras vidas.

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“Luisa de Marillac nació el 12 de agosto de 159, hija de Luis de Marillac, y madre no identificada. No se conoce el lugar de su nacimiento; pero lo más probable es que su madre residiera en París y tuviera que sufrir, durante su embarazo, las privaciones del largo asedio de la ciudad.   A los 13 años, Luisa experimenta un nuevo sufrimiento. Su padre fallece el 25 de julio de 1604. Luis de Marillac amaba profundamente a su hija, aunque ese afecto lo manifestaba de una manera irregular.

 En su testamento escribe: “Que Luisa había sido su mayor consuelo en el mundo y que creía que Dios se la había dado para solaz de su espíritu en las aflicciones de la vida”.

Luisa recibe una educación que le aporta indudablemente alegrías y riquezas, pero que es también fuente de nuevos sufrimientos.,  pertenece a una de las familias francesas más conocidas, que, en los siglos XVI y  XVII, ocupaba puestos importantes en el  ejército y en la administración.

De su familia, oriunda de Auvernia, Luisa recibió la herencia de un agudo sentido del honor, de responsabilidad en el trabajo, cierta impetuosidad, una alma mística. También  se dice que los Marillac eran hermosos físicamente y altivos.

En Poysi, Luisa recibirá una educación esmerada: una formación religiosa profunda: aprenderá a conocer a Jesucristo, a amarle, a comunicarse con El en la  oración, a servirlo en los pobres.

 

LOS AÑOS  DE MATRIMONIO

Según la costumbre de la época, Miguel de Marillac, tutor de Luisa, busca un marido para su sobrina. En el siglo XVII no existe el matrimonio por amor: son los padres los que preparan y arreglan las alianzas de sus hijos.    La elección de la familia Marillac recae en uno de los secretarios de la Reina María de Médicis., el  Señor Don Antonio Le  Gras, de 32 años de edad, es un funcionario que goza del aprecio del intendente de Finanzas de la reina

Antonio y Luisa no se han escogido, Pero un amor verdadero va a nacer entre ellos;  Junto a su marido, Luisa descubre la alegría y el calor de un hogar familiar.    Este período feliz de la vida de la señorita Le Gras se vio iluminado el 18 de octubre   de 1613,  por el nacimiento del pequeño   Miguel.  Pero la alegría que este hecho causó a ambos  progenitores había de verse atenuada un tanto en el transcurso de los años. El desarrollo del niño ofreció dificultades, su inteligencia se despertó con  lentitud.” [1]  Antonio Le Gras  murió el 21 de diciembre de 1625. Luisa consagra su viudez por un voto y se pone bajo la dirección espiritual de Vicente de Paúl, quien la dedica a socorrer a los pobres, a inspeccionar las Cofradías de la Caridad y, finalmente, a cofundar el 29 de noviembre de 1633 la Compañía de las Hijas de la Caridad.

 

RASGOS DE SU PERSONALIDAD

  • Vivaz Activa, nerviosa,  escritura rápida, su pensamiento va más rápido que su mano hasta saltarse con frecuencia  algunas palabras.
  • Personalidad fuerte: No teme decir lo que tiene que decir. Da sus razones, motivadora. Intuitiva, previsiva, clara en sus pensamientos. Es extremadamente agradable, atractiva, de buenas relaciones humanas; percibe pronto lo que debe hacer. Le falta, sin embargo, un poco de equilibrio en el stress de su vida. Más tarde. No es una santa desde el comienzo. Siempre le queda alguna ansiedad: su hijo es una espina en su corazón maternal.
  • La formación de las Hermanas es lo primero: Elabora el reglamento, organiza espacios para la meditación del Evangelio; da a las Hermanas el tiempo necesario para que expresen sus inquietudes, sus angustias; se preocupa por sus familias, tiene un ojo preciso para discernir las vocaciones. Les enseña a leer, a cuidar a los enfermos Redacta el Catecismo. Les  enseña la forma de cómo vivir feliz en comunidad; la manera como tienen que respetarse mutuamente, la práctica del perdón mutuo, a mirar a Jesucristo, presente en los pobres; a orar personal y comunitariamente.
  • Mujer de su época Le encanta la lectura, es refinada, nerviosa. Se impresiona    fácilmente; muy piadosa y mortificada.
  • Tenacidad Es firme, constante en lograr sus propósitos. Lo que pretende lo consigue a cualquier precio. Logró que la Casa Madre estuviera frente a San Lázaro, a pesar de la oposición de San Vicente.
  • Cordialidad: Era atenta y delicada con todos, especialmente con los pobres, con las Hermanas y sus familiares; les escribía las cartas de aquellas que no sabían escribir.
  • Humildad: Gran deseo de conformarse, configurarse con Cristo en el Belén, en la Cruz, acepta la ayuda de los otros para conocerse a sí misma; sabe reconocer su orgullo, su obstinación e impaciencia. Toma resoluciones precisas para corregirse, para ayudarse a ser humilde. Sabe que es capaz de cometer las mismas faltas que las otras y sabe excusarlas. Su humildad era su fuerza; esta virtud  no era natural para ella dado su origen.
  • Respetuosa de la dignidad de la persona: Su respeto brota de la contemplación de lo que con frecuencia llama: “la humildad Santa de Cristo, Hijo de Dios”. Su amor grande a María se motiva en el hecho  de que Ella dio a Cristo su humanidad. Grandeza del hombre porque Dios participa de su naturaleza. Respeto al hombre creado por Dios en libertad, rico o pobre, niño o anciano, todos son hijos de Dios. Ella sabe descubrir, el sufrimiento de Cristo en el sufrimiento del hombre. Los pobres que sufren son prolongación de la humanidad sufriente de Cristo.
  • Santa Luisa y su respuesta al momento histórico en que vivió La búsqueda de Dios y la aceptación de su voluntad, llevaron a Santa Luisa a dar una respuesta concreta a las necesidades de su tiempo descubriendo en ellas, la llamada de Dios.

Luisa, muere el 15 de marzo de 1660;  fue Beatificada el 9 de mayo de 1920; canonizada, el  11 de marzo de 1934.a los 274 años de su muerte, cuando las hermanas llevaban ya 64 años en Ecuador. 

Juan XXIII la proclamó celestial patrona de cuantos se entregan a la acción social cristiana.[2]

 

[1] CONTRA VIENTO Y MAREA, LUISA DE MARILLAC.- Sor Elizabeth Charpy, Cía. de las HdlC.

[2] “Liturgia de las horas Propio de la CM. y de las HdlC”- Pág. 21.