Sor Isabelita era una verdadera Hija de la Caridad: humilde, sencilla, caritativa, vivía a plenitud su consagración y aceptaba con gusto a las hermanas, a quienes les trataba siempre con bondad, cariño y mucha delicadeza. Muy misericordiosa, se sentía que amaba a Dios con todas sus fuerzas, su vida decía que vivía en la presencia de Dios, era sobre natural, todo lo conducía a Dios y tan fácilmente entraba en relación con los demás. Es natural que si estaba tan unida a Dios, todo cuanto hacía, lo hacía muy bien, quienes la conocieron manifiestan que su oficio lo cumplía con responsabilidad – a su regreso a Ecuador estuvo a cargo de la información de la Casa Provincial – aprovechaba la oportunidad para propagar la devoción del Escapulario verde, acrecentando el amor y la devoción a la Santísima Virgen en la advocación de la Medalla Milagrosa, a la vez propagaba la medalla, también catequizaba a quienes llegaban a la casa. Gracias Señor por la vida de Sor Isabelita, le pedimos que pida por nuestra Provincia y que nos alcance buenas y santas vocaciones.