Sor Mariana Patiño
Vida Ejemplar Vicentina
“Pido me descargue del Oficio de Hermana Sirviente, no es falta de amor a la comunidad, ni miedo al trabajo, el único motivo es que no estoy de acuerdo a tantas modalidades, ni estoy preparada para dirigir hermanas, hasta aquí lo he hecho poniendo mi confianza en Dios, y en el apoyo que siempre he tenido de mis superiores, pero veo claro que esto hoy no basta».
(Carta a Sor Visitadora el 16-05-1973)
Sor Mariana Patiño. Su nombre completo: Mariana de Jesús Patiño Cabrera, Hija de Narciso Patiño y Eloísa Cabrera, nacida en Catacocha-Loja. Ingresa a la comunidad el 26 de octubre de 1937. Su postulantado lo hizo en la Casa del Niño en Quito. Fue enviada a Misión en 1938 y sus primeros votos los pronunció el 15 de marzo de 1943.
Cuan bueno es leer las notas de las Hermanas, refiriéndose a Sor Marianita, porque testifican lo que sus ojos vieron: que era una mujer de fe, orante, piadosa, devota de la Santísima Virgen, y como era una mujer rica espiritualmente es lógico y deducible que quienes vivían con ella descubrieran que era una mujer sencilla, humilde, caritativa, acogedora, muy humana, de carácter dulce, tranquila, generosa, servicial, comedida, delicada, cordial, alegre, paciente. Y yo diría una mujer libre, que no estaba atada a su cargo, sino simplemente quería el bien de la Comunidad y los Pobres.
Fue Hermana Sirviente, y como tal era cercana, preocupada por las hermanas, las servía con gran espíritu de fe, las trata con delicadeza. Muy cercana a los pobres, se podría decir sin temor a equivocarnos que siempre amo a los pobres y les hizo el bien, les servía con cariño y alegría, muy humana. Otra de las características que se destacan en Sor Marianita, es que era una mujer apostólica, su primacía era la catequesis en los lugares más distantes y eso contagiaba a las Hermanas que a más de animarlas les apoyaba. En ella se miraba que poseía una devoción particular por los sacerdotes. Personalmente, revisando los documentos de Sor Marianita, encontrarme con esta carta enviada a la Visitadora de ese tiempo – Sor Marie Paule Deguerce – produjo en mí una alegría inmensa constatar que en ese tiempo ella era dueña de sí misma, amó tanto a la comunidad que le hizo ver más allá de su realidad y conveniencia personal. Descubro su libertad y madurez de espíritu y emocional. Gracias Sor Marianita por los cimientos que dejó en la Provincia. Hoy que acabamos de cumplir los 150 años de permanencia en Ecuador, pida por nuestra querida Provincia y por cada Hermana, para que centradas en Dios, seamos libres, generosas, visionarias. HASTA PRONTO.